El expresidente reiteró que trabajará por la unidad del país y que no busca vengarse de quienes promovieron el golpe de Estado en su contra.
La caravana del regreso del expresidente Evo Morales a Bolivia recorrió durante tres días más de 1.100 kilómetros en los que estuvo acompañado por multitudes que lloraron, lo abrazaron y lo ovacionaron, en eventos que ratificaron la popularidad de su liderazgo y que abrieron incógnitas sobre el papel que desempeñará en el gobierno del presidente Luis Arce Catacora.

Al amanecer de este jueves, por ejemplo, Morales se reunió con los dirigentes de su partido Movimiento al Socialismo- Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), según dijo, “para analizar la coyuntura y trazar la línea estratégica de trabajo del proyecto político más grande de Bolivia”.
Las reuniones de trabajo a partir de las cinco o seis de la mañana fueron un sello durante los más de 13 años de gobierno de Morales (2006-2019), y que ya comenzó a replicar en su vuelta a su país después de un año de exilio.
Más tarde, el expresidente se reunió con organizaciones sindicales y pueblos originarios de América Latina en el auditorio de radio Kawsachun Coca, en Lauca Ñ, trópico de Cochabamba, lo que demostró que seguirá manteniendo una intensa actividad política.
El regreso
Los planes de Morales, declarados por él mismo, incluyen regresar a vivir al Chapare, no en la capital, La Paz, y dedicarse al negocio de la cría del pacú, un pez de río famoso en la región.
En el plano político, ha confiado en que quiere compartir su experiencia con jóvenes para formar a nuevos dirigentes sociales, pero al margen del gobierno porque una de las prioridades es proteger a Arce Catacora de cualquier intento de inestabilidad.

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