El 25 de noviembre de 1996, Jennifer Wendorf, de 17 años, volvía a su hogar después de una nueva jornada vespertina en su trabajo de medio tiempo. El silencio en su casa era total. O no había nadie, o su papá, su mamá y su hermana se habían ido a dormir más temprano que de costumbre. No le dio mayor importancia y entró, sin jamás imaginar el escenario con el que se encontraría instantes después.
Cuando la Policía llegó esa misma noche, entendió el por qué de la desesperación de Jennifer al momento de llamar al 911. Entre la cocina y el living, tirada en el piso, se encontraba la madre de la adolescente. Naomi Ruth Queen, de 54 años, yacía muerta sobre un charco de su propia sangre lleno de restos de masa encefálica. Tenía la cabeza destrozada al punto de que su rostro era irreconocible. Algunos metros más adelante, sobre el sillón de la sala de estar, se encontraba el cuerpo sin vida de Richard Wendorf, de 49 años de edad. Al padre de Jennifer y Heather, la hija menor de la familia cuyo paradero era desconocido, también lo habían matado igual que a su esposa: con un objeto contundente. Pero su cadáver no solo presentaba signos de múltiples y repetidos golpes en el cráneo. A su vez, tenía una herida a la altura del corazón y una quemadura con forma en la piel. Una marca en forma de “V” que le había dejado su asesino. Un vampiro de 500 años edad que, en realidad, tenía solo 16.
-> De Rod a Vesago, líder del “Clan Vampiro”
Rodrick Justin Ferrell nació el 28 de marzo de 1980 en Murray, Kentucky, producto de la unión entre Sondra Gibson y Rick Ferrell, dos adolescentes compañeros de la escuela secundaria. La precoz pareja se casó al nacer su bebé, pero no duró mucho: al año ya se habían divorciado. Rod nunca conocería realmente a su padre, a quien vio en contadísimas ocasiones a lo largo de su vida.
Su infancia fue dolorosa y difícil. Además del trauma por el abandono paterno, el pequeño se crió dentro de un seno familiar más que problemático. Pasó gran parte de sus años de formación mudándose de casa en casa, tanto en su Murray natal como en el estado de Florida, donde vivían sus abuelos maternos. Fue viviendo en ese hogar donde sufriría un abuso sexual a cargo de su abuelo y algunos de sus amigos, durante un viaje de pesca.
Sondra, una mujer inestable con problemas de madurez emocional, lejos estaba de ser el sostén que su hijo necesitaba. Con sus ingresos como prostituta y bailarina exótica ocasional llegaba a duras penas a fin de mes, y se vinculaba con él más como una especie de amiga que como su mamá. Se vestía como él, le gustaban las mismas bandas de heavy metal que a él y las mismas películas. Fue justamente ella quien lo introdujo en una fantasía de la que no volvería jamás.

Para la época en que madre e hijo regresaron a Murray tras dos años de estadía en Florida, Ferrell ya estaba obsesionado con “Vampiro: La Mascarada”, el juego de rol que le había regalado Gibson poco tiempo antes. Como su nombre lo indica, los juegos de rol son juegos en los que los participantes asumen un determinado rol en un mundo ficticio con determinadas reglas. En ellos, quienes juegan adoptan una personalidad y, de acuerdo a la misma, respresentan situaciones y toman decisiones en otras que les son planteadas por otro jugador, que se desempeña como narrador y árbitro. “Vampiro: La Mascarada” presenta una versión “gótica-punk” del mundo moderno, en el que cada participante debe asumir el rol de un vampiro. Fue, justamente, a partir de ese juego que Rod crearía un personaje que lo acompañaría por fuera de los límites lúdicos: Vesago, un antiguo y poderoso chupasangre de 500 años de edad.
Ferrell terminaría de convertirse del todo en un “vampiro de la vida real” un poco más adelante, cuando conoció a alguien como él: Steven “Jaden” Murphy. “Cuando lo vi en la escuela me atrajo su imagen. Como yo, él también se vestía de negro y no le importaba lo que pensaran sobre él. Le gustaba su soledad. Así que un día me le acerqué y me presenté”, contó el propio Murphy en “The Vampire Murders”, un mediometraje documental de 1999 producido por HBO. Y, como era de esperarse, se llevaron muy bien. Más cuando Jaden descubrió la obsesión con los vampiros de Rod, y cuando Rod descubrió que Jaden era, en verdad, uno de ellos.
“Nosotros nos sentimos como de una raza diferente a la humana. Casi como si estuviéramos en una forma más avanzada en la cadena de la evolución. La gente sueña con las habilidades que tenemos y las cosas de las que somos capaces de hacer. La mayoría sueña con poder leer la mente de las demás personas y cosas así, y nosotros podemos hacerlo”, llegó a afirmar Murphy años después en “Kentucky Teenage Vampires”, otro mediometraje documental, a cargo de Real Stories. En efecto, Jaden decía ser un vampiro, y le prometió a su nuevo amigo convertirlo en uno de verdad. Igual que él.

“Yo nunca tuve un padre. Jaden fue lo más cercano a una figura paterna que tuve”, dijo Rod, años después, acerca de Murphy, quien lo inició y lo incluyó dentro de su familia vampírica, un grupo de jóvenes góticos entre los que se encontraban su hermano, un primo y su novia. “Rod fue mi elegido. Cada padre tiene un elegido que lo reemplazará si algo le llegase a pasar”, explicó Jaden, quien una noche llevó a Ferrell a un cementerio para su conversión. “Básicamente, me corté a mí mismo. Me hice tres tajos en el brazo y él bebió de mi sangre. Luego, él se hizo tres tajos en su brazo y yo bebí de su sangre. Después, nos sentamos a meditar en silencio”, contó Rod sobre el proceso, en el cual ambos se volvieron “uno mismo por toda la eternidad”.
Pero la unión entre ambos no duró mucho. Por un lado, porque el discípulo quiso volverse maestro demasiado pronto. Pero, más que nada, porque el discípulo no era tan parecido al maestro como el maestro creía. “Me di cuenta que Rod estaba desbarrancando cuando mató un gato. Cuando tiró a ese gato contra un árbol y le quebró la espina dorsal. Ahí empecé a alejarme de él”, reveló Jaden, quien, además, estaba molesto porque su (cada vez menos) amigo había comenzado a iniciar en el vampirismo a otras personas sin su consentimiento.
Expulsado del grupo de su otrora mentor, Ferrell formó uno propio con los tres adolescentes que ya habían empezado a seguirlo: Scott Anderson, de 16, Dana Cooper, de 19, y su novia Charity “Shea” Keesee, también de 16. Juntos, y bajo el liderazgo absoluto de Vesago, eran el “Clan Vampiro”, y pasaban el rato en un lugar abandonado al que llamaron “Hotel Vampiro”. Allí, realizaban rituales ocultistas, bebían de la sangre de cada uno de ellos, tenían relaciones sexuales y se drogaban. Mucho. Sobre todo Vesago. “Había empezado fumando marihuana, cuando tenía 14 años. Pero al poco tiempo empezó a drogarse con LSD, metanfetaminas, cocaína y heroína. Cuando la metanfetamina o la cocaína le hacían efecto, se volvía totalmente furioso. Agujereaba las paredes, rompía muebles, insultaba, me trataba como si fuera un perro… Su personalidad cambiaba en un minuto”, recordaba su madre acerca del estado de Rod en aquellos tiempos.

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